La ARETÉ, concepto proveniente del griego y que corresponde a la “búsqueda de la excelencia” y cultivar virtudes. Siendo equivalente a la dignidad y honor.
Desde tiempos inmemoriales ha estado vinculada a la posesión de virtudes como la valentía. La areté se relaciona con el concepto de felicidad como un fin de la vida humana, un tipo de actividad relacionada con el honor público.
La areté se mueve dentro de la esfera de la actividad y del sentimiento. “Una virtud es una tendencia a dominar cierta clase de sentimiento y actuar rectamente en cierta clase de situación”. (Ross, 1957, p. 289). Según las creencias de la antigua Grecia, podían existir situaciones que impedían alcanzar la Areté, como el nacer enfermo o nacer siendo mujer; sin embargo hoy sabemos que para el ser humano nada es imposible si lo hace con pasión y entrega.
“Éowyn: No temo al dolor ni a la muerte.
Aragorn: ¿A que teme entonces mi señora?
Éowyn: A una jaula. A empuñar sus barrotes hasta que por edad y por costumbre los acepte y toda opción al valor quede solo en el recuerdo y el deseo.
Aragorn: Eres hija de reyes, una princesa guerrera de Rohan. No creo que ese sea tu destino”.
(El Señor de los Anillos, Las dos Torres)
La idea de nombrar ARETÉ a la consultora y a la Otec, nació de este concepto primordial de la búsqueda de la excelencia. Especialmente en relación a la búsqueda de ser mejores, de potenciar nuestras aptitudes y ser un aporte a la sociedad, al mundo y lograr, así, un crecimiento personal y una sensación de logro y trascendencia.